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Es evidente que las revoluciones han marcado la historia de la humanidad. Cada una representa una necesidad que responde al contexto de la misma y explotan como la eyaculación  de un adolescente en su primera masturbación; al igual que la revolución, las consecuencias póstumas al acto, marcaran un antes y un después para el puberto.

Sin lugar a duda, la pornografía es una de las consecuencias de la revolución digital, incluso podría afirmar que es una revolución por sí sola. Además de ser la potencial causa del orgasmo de este chico, la pornografía nos obliga a preguntarnos si el deseo tiene una significación. Por lo tanto, una  propuesta pedagógica de educación sexual debería considerar críticamente la pornografía.

En Noruega se creó un programa que se transmite vía Internet y propone un nuevo tipo de educación sexual. El siguiente video explica su contenido.  

En una de las investigaciones más completas sobre sexualidad adolescente en América Latina realizada en el 2008, Daniel Jones señala que ver pornografía es algo frecuente entre varones de 12 a 14 años.

Parte de los entrevistados lo explica como inmadurez y curiosidad típica de esa edad, mientras que otros aducen que a través de la pornografía se aprenden las "cosas que no te cuentan" en la familia o en la escuela.

Por otra parte, las adolescentes explicitan la risa o el asco que les genera ver pornografía. El no consumo de la pornografía por parte de las chicas, según Jones, se debería a lo explícito de las imágenes y a su carácter de sexo sin afecto, marcando así la duplicidad de visiones del sexo (con o sin amor) y la adhesión al romanticismo como valor.

Se reproduce así y se constituye una excitación de carácter dual, a la vez que la subjetividad masculina aprende que los comportamientos eróticos con las mujeres deberían ser realizados en los términos que la pornografía enuncia.

La pornografía toma la era digital y se está adueñando de ella. El sitio más popular llamado Pornhub, lanzará su primer largometraje pornográfico en el espacio. El costo es de $3.4 millones.

El tráfico que accede a PornHub proviene en su mayoría de computadoras (40%), 32% ingresa por su iPhone o iPad, y un 32% por un dispositivo Android. Del total de usuarios, el 74% es masculino, es decir que las mujeres ocupan una cuarta parte de la visitación total.

Además, los amantes de la página se pueden suscribir al estilo “Netflix”. Para mejorar el asunto, ahora es posible ver porno en 3D y descargar “aplicaciones fantasma”  para facilitar el acceso.

Foaucalt tenía como objetivo analizar “la practicas por las cuales los individuos se ven llevados a prestar atención a sí mismos, disfrazarse, reconocerse y declararse como sujetos de deseo, haciendo jugar entre ellos mismos para descubrir en el deseo la verdad de su ser.”

Bajo este paradigma, la pornografía (no infantil) es un producto de consumo machista y patriarcal reproductor de estereotipos y dominada por los magnates de la prostitución industrial que, de no ser así, sería la mano derecha de la educación sexual porque, digan lo que digan, no existe discriminación en su acto.

El filósofo Denis Diderot nos dice que “todos somos víctimas de una inmensa curiosidad  por el sexo, obstinados en interrogarlo, insaciables en oírlo y que nos hablen de él…como si fuera esencial que de ese pequeño fragmento de nosotros mismos pudiéramos extraer placer sino saber: saber del placer, placer del saber el placer”.

La gran pregunta es ¿quién es el indicado para mostrarnos cómo es ese placer? Difícilmente nuestros padres nos comentaran si “el misionero” es su posición favorita, la Iglesia prohíbe el sexo premarital y las escuelas aún enseñan educación religiosa.

Me temo que el camino más fácil y menos vergonzoso para quienes apenas ven salir el vello púbico, es la porno. Para nuestra dicha, en cualquier iPhone se puede acceder a ella.

Sumerjámonos en el mar de la pornografía ya que no solo se trata de ver como un falo penetra exhaustivamente una vagina. La pornografía es un objeto de absoluto consumo. Se mira, se desecha o se vuelve a mirar las veces que se le antoje a la persona consumidora.

Naief Yehya define las narrativas del cine porno como "pornotopia" o utopía pornográfica, en la cual se toman prestados elementos de todos los géneros fílmicos pero que mantienen una "estructura punteada de escenas eróticas explícitas”.

De cualquier forma, los estilos eróticos, se han diversificado y atienden las múltiples y distintas demandas “hetero”, “bi”, “trans” u homosexuales. Sexo practicado con o entre jovencitas/os (mayores de 18 años), personas adultas mayores, personas de las más diversas etnias o color de cabello. Sexo con personas con discapacidad, gorditos/as u obesos/as…Sin lugar a duda, la industria pornográfica no discrimina en absoluto.

Volviendo a la realidad y según la crítica femenina,  la pornografía (tradicional heteronormada) refuerza los estereotipos de género, las mujeres obtienen posiciones de sumisión y cierto grado de violencia, los penes enormemente desmesurados, los “perfectos cuerpos de las mujeres” y la perfecta circunferencia quirúrgica de sus grandes pechos.

El orgasmo femenino condicionado al poder fálico masculino. El orgasmo masculino exhibido siempre fuera del cuerpo, impregnando la cara de la mujer como si su semen fuese el más delicioso elixir de la sexualidad, la absoluta falta de afecto en la pareja. Todo parece responder a una lógica de la estética y  de lo masculino, porque realmente el que se “riega” es él.

En un pequeño experimento realizado por Woki Toki, preguntan a mujeres sobre la pornografía. Este fue el resultado.

Tomado del canal de Youtube Woki Toki

Tomado de la página www.dont-offend.org

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